¿Razonamiento creacionista?
A raíz del anterior post, me han llegado una serie de hate-mails (cosa que agradezco, siempre es divertido recrearse con la miseria humana ajena) con una repleta, si no completa, colección de apologías del cristianismo, exabruptos contra la evolución, amenazas de ignición espontánea ad perpetuam en el averno, promesas de increíbles manifestaciones de felicidad si renuncio al uso de mi cerebro y acepto a Jeebus, (similares a las que experimentan algunos drogadictos con cualquier droga barata) y un innumerable etcétera que me hace, no obstante la diversión, extrañar la condición humana en los últimos correos que suelen llegarme.
Parte de esos correos provienen de usuarios de una página (a la cual no pondré link, no soy tratante de estupefacientes, pero si insisten busquen “Sujetos a la roca”), y habría que ver la cantidad de “amor” que derrocha un autor en particular de esos correos, que seguramente se sentirá alumno destacado del dueño de la bitácora mencionada. En este blog, donde expone sus vahídos emocionales un creyente de tantos, podemos leer barbaridades y sin sentidos tan absolutos que competirían en aberración con Idi Amim Dada en bermudas alimentándose de la carne de babuinos albinos. En un post incluso afirma que el mandamiento de amarse los unos a los otros solo aplica cuando a quien se ama comparte la creencia específica de este individuo). Elitismo, integrismo, ignorancia y otras gracias que adornan a algunas personas definidas como tales solo por la apariencia antropomórfica. Y me pregunto: ¿donde está el amor de su dios particular? Queda claro para este retrógrada, que el amor de dios se limita a sus elegidos, a los que siguen al pie de la letra sus berrinches hasta el más mínimo detalle, a quien renuncia a pensar, a quien se somete sin reserva a una ideología denigrante, a quien odia a los demás por no compartir su particular delirio, a quien renuncia a cientos de años de conocimiento penosamente arrancado a la naturaleza en pos de una fantasía diseñada para mantener enajenada a la gente.
Me gustaría más pensar, que si existiese un dios, este habría integrado las características actuales del universo de manera tal que sus secretos no se revelen de una vez por todas al hombre, que la ciencia sea una disciplina que imprima carácter y enseñe a la humanidad a superar obstáculos poco a poco, como una escuela de madurez para la raza humana. Pero la visión que tienen algunos de estos papanatas mentales es todo lo contrario. Quieren un dios pequeño, que mantenga a la humanidad sumida en el oscurantismo, que el hombre se someta sin cuestionar a los dictados de sus autoridades, ciegos ante la evidencia, sordos ante la razón, mudos ante la injusticia, y que fuimos creados con el único fin de alimentar el ego descomunalmente grotesco de una divinidad desequilibrada por toda la eternidad, postrados ante un ser obsceno y narcisista con un complejo de inferioridad de proporciones épicas.
Otro de los clientes regulares de ese sitio, en el colmo de lo absurdo, exige evidencias que demuestren que la ciencia funciona, mientras que al mismo tiempo acepta sin rubor alguno las fantasías más imposibles del libro negro. Exigir pruebas que confirmen una proposición siempre ha sido una cosa recomendable. Es totalmente sano y delata a la persona inquisitiva, que no acepta una idea solo porque haya sido proferida por una autoridad en cualquier materia, pero hacerlo como una trampa dialéctica para obstruir un diálogo, para retrasar una solución o simplemente como muletilla para no tener que enfrentar la dura realidad es hipócrita y absurdo.
Los ataques a la evolución son incesantes, al grado que emula el integrismo más Al Qaediano. Se niega sistemáticamente esa realidad mientras que se acepta ciegamente la idea más imposible pues cuando se involucra a dios, todo es posible, cuando se invoca a la figura del padre invisible celestial toda discusión termina estrellándose en un muro de ladrillo, se evita la confrontación, se llega a un punto muerto. Tan muerto como la negra conciencia de quienes aceptan sin pestañear el asesinato de los “contrarios”, solo por el terrible pecado de creer en el “dios equivocado” o no creer. Torquemada estaría orgulloso de estos mamíferos.
Y en el colmo de la ironía, el dueño del blog lo acusa a uno de incurrir en numerosas contradicciones y falacias lógicas (¡BANG! Ahì va mi ironómetro. El muy cínico incluso insiste en que el ateo tiene su propia iglesia, o que el ateo añora una iglesia) Estoy seguro que en algún momento se enfrentó con alguien que le hizo saber que existía algo como falacia lógica, y ahora lo utiliza a su vez de manera indiscriminada sin saber ni siquiera de lo que se trata. Solo porque suena científico es que lo agrega a su vil discurso, pero es como el burro que tocó la flauta, solo que sin un sonido melódico, en su lugar, suenan los ladridos de los perros de presa inquisitorios de una burocracia sectaria todavía poderosa.
Su insistencia en repetir que el ateo añora una iglesia, y que su no creencia es su fe y religión resulta cómica y conmovedora, especialmente porque el ignaro no se ha dado cuenta que al darle ese tratamiento al ateismo intentando degradarlo, está de manera implícita aceptando de entrada que la idea de la religión en general es absurda. Que la fe es aceptar algo sin tener las pruebas, ciegamente. O sea, exactamente lo mismo que hacen ellos. En otras palabras. De alguna manera sabe que su propia fe está fundamentada en supocisiones, y considera a su vez que toda creencia, toda manifestación de fe debe estar a su vez también cimentada en otras tantas supocisiones, nunca certezas. De tal forma que en lugar de llamar simples mentiras a la posición atea sobre la no existencia de dios o de dioses, se limita a darle el mismo tratamiento a la postura atea, afirmando que la no existencia de dios también es objeto de fe. Tal y como la creencia en el mismo ser también depende de la misma fe, solo que en sentido contrario. Resta así, pues, a su propia posición como creyente, de toda veracidad y rebaja a su justo lugar su propia fe y creencia. Como un argumento armado en base a supocisiones. Tal y como es en realidad. Solo que el creyente que argumenta sobre la iglesia atea, o la fe en la no existencia en dios tratando de denigrar al ateo, pretende más bien ponerlo a su misma altura. ¡Sin percatarse de ello! Y eso es lo más irrisorio del asunto.
Últimamente, y en un alarde de honestidad sin parangón en la historia de la cristiandad, este señor Arturo, dueño del blog, ha optado por eliminar la mayoría de los posts que no ha podido contestar. Como en todos y cada uno de los casos en que se enfrenta a estas personas con la realidad, han optado por meter la cabeza en la arena y esperar que ésta no les alcance. Un par de personas me pregunta qué hago visitando aun ese blog, y les contesto: No lo sé, quizás sea mi calvario ;)
No tengo objeción alguna en aceptar que una persona observe una fe en un ser invisible, que le sirva de consuelo o sustento emocional ante los problemas de la vida. Después de todo, son ellos quienes se pierden de la vida. Pero de eso a intentar cambiar la realidad afirmando disparates, insistiendo que la ciencia esta errada y al mismo tiempo intentando usar un remedo grotesco de lo que entiende por ciencia, como cuando afirma que la segunda ley de la termodinámica contradice la evolución, y pretenda darse aires de superioridad solo por compartir con unos cuantos retrógrados más una locura que raya la esquizofrenia más crónica, hay un gran trecho de diferencia.
La única autoridad que acepto sin pestañar, es Authority, comic de Warren Ellis y Bryan Hitch y que tiene la virtud de no intentar hacernos creer que esa fantasía tiene bases en la realidad.