martes, marzo 28, 2006

Traficantes de misterios

El sabio chino Lin Chu o algo por el estilo, le leyó el pezón a una vedette.

Independientemente de la sabiduría preternatural que este sabio ficticio pueda derivar de la lectura de tal tipo de fuente (que para muchos de nosotros resultaría muy divertida, sin necesidad de buscar una forma de saber el futuro) la forma en que este tipo de noticia abunda en periodiquillos de dudosa seriedad es verdaeramente de dar pena. Muchas personas que conozco me han asegurado que compran ese material no porque crean en los titulares, sino porque es una forma de entretenimiento, algo así como asistir a un encuentro de lucha libre entre el Rayo de Jalisco y el Perro Aguayo.

Pero desgraciadamente no creo que sea el caso de la mayoría de la gente que es clienta asidua de ese tipo de pasquín. Abundan las personas que hacen caso omiso de advertencias y creen a pies juntillas lo que leen en un libro, o periódico, solo porque la virtud de la publicación les parece más que suficiente como para interpretar el contenido como verídico. Si está publicado, es porque es verdad, ¿no es así?

Y Esto no se limita al material impreso. Muchas personas se creen todo lo que ven en un programa de TV y tienen una fe ciega en adivinos, astrólogos, dietistas, cineciologos, y toda una pléyade de farsantes que se aprovechan de la tormenta mediática para desenfundar su arsenal fraudulento del que la mayor parte de las víctimas son las personas que buscan una respuesta honesta a la mayoría de sus dudas. Solo en una semana fui testigo de los titulares más inverosimiles que pueda imaginarse una persona que este entrenada un poco en el pensamiento escéptico. Desde Piramidología, hasta Ovnis, Fantasmas, espiritismo, o su variante espiritualismo, esotería de la nueva y vieja era, Pie grande, los Raelianos, la adivinación, la tabla Ouija, la reencarnación, la levitación, la Percepción Extra Sensorial, La meditación trascendental, las Abducciones por extraterrestres, (junto a una gran gama de efectos secundarios, como la idea nada nueva de que somos el producto de una especie de experimento genético a gran escala, sin considerar en lo más mínimo la similitud de los organismos terrestres en el terreno genético) la clarividencia, la astrología y sus gurues, como Esteban Mayo, la autorizada opinión de personajes como Paty Chapoy en el sentido de que ciertos gurues han demostrado científicamente que sus creencias y prácticas espurias son reales, el diablo o diablos y sus contrapartes, la dianética, la homeopatía, la quiropráctica, los dioses, y demás material que por falta literal de tiempo me niego a continuar plasmando en esta pequeña lista, que solo es representativa y por ningún motivo debe interpretarse como total.

¿Qué es lo que motiva al ciudadano medio a creer en tantas mentiras, tantos fraudes tan cínicamente desplegados en diversos medios? Conozco personas que rechazan determinadas disciplinas metafísicas, por “falsas” (o más bien porque no se ajustan a sus espectativas de trascendencia) mientras que abrazan con fervor otras tantas con muy diversas características pero que les ofrecen consuelos mas íntimos:

- ¿Por qué no crees en el karma, pero al mismo tiempo le das tanto crédito a la reencarnación?

- porque no creo que haya algo como el Karma, pero si no hubiera reencarnación, entonces me parecería muy injusta esta vida. Debe haber una compensación para las personas que en una vida sufren mucho.

- Ok. Y ¿de que sirve que, en dado caso que exista algo como la reencarnación, no recordemos las penurias de una vida anterior? Creo que para saber que estamos siendo recompensados, debemos saber las causas de que recibamos ese premio.

- Porque entonces no tendria justicia este medio. La recompensa esta ligada al espiritu de la persona que sufrio en una vida anterior. El cuerpo material y la memoria poco tienen que ver en esto (y demás sandeces por el estilo)

Me parece que este argumento, de por sí bastante absurdo no se sostiene en absoluto por lo zafio de las pretenciones que pretende esgrimir. Además, para empezar debería de comprobarse que existe en primer lugar algo como el alma o espíritu. Mientras eso no suceda, entonces no se pueden tomar en serio los argumentos posteriores que atañen a algo como ese ente hipotético. Yo no puedo ir por la vida argumentando algo que descansa en una base indemostrada. Si quiero demostrar que algo como la reencarnación existe, debo primero demostrar que existe algo susceptible de fungir como vehículo para la reencarnación. Ese espíritu, o alma, o como gusten llamarle, para poder despues avanzar al siguiente paso, que es la demostración o por lo menos el planteamiento hipotético de un mecanismo que me permitirá volver a vivir en otro cuerpo, o en una planta o mamifero distinto.

Pero fuera de eso, la persona que no cree en el karma y defiende a capa y espada la reencarnación no hace más que establecer que solo cree en aquello que le brinda consuelo. Es una suerte de niño grande, que prefiere seguir creyendo que existe un Papa Noel solo porque el premio anual es un regalo debajo del arbol. Vivir engañados por voluntad propia solo porque una idea nos parece consoladora sienta las bases del estancamiento humano, nos hunde poco a poco en la oscuridad, y eso, más que los periódicos nefastos y programas auténticamente retrógrados, es el principal peligro para una sociedad que pretende avanzar en el panorama mundial.

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