lunes, abril 02, 2007

¿Como demostrarías a un ciego que la fotografía existe?

Confieso que últimamente no he tenido tiempo de dedicarle al blog por lo menos un par de minutos para escribir algo. Pero algo que no puedo dejar de hacer, es visitar los otros tantos blogs que frecuento. Entre ellos, visito uno con una saludable mala leche que resulta refrescante por la "sutileza" en sus comentarios. No, no me refiero por esta vez al blog de Mauricio-José Schwarz, sino a otro que frecuento bastante. Skeptico (en inglés)

Y leyendo este blog, hace un par de días, me topé con esta joya, que debería ser de lectura obligatoria, de no ser porque la imposición no es la idea...

Para quien deseé captar la idea de la manera en que su autor lo pensó desde el principio, y domine el inglés, les sugiero visitar mejor la dirección del post original. Quien deseé leer la traducción (con el gentil permiso del autor) prosiga la lectura de este post.

Esa era la pregunta que me hicieron. ¿Cómo le probarías a un ciego que la fotografía existe?

De inmediato supe por donde iba. Estábamos discutiendo sobre los poderes psíquicos. Él era un creyente en poderes psíquicos, y había tenido experiencias psíquicas, y visitaba a un psíquico con regularidad. Su punto era, que dado que yo no había experimentado ningún poder o fenómeno psíquico, jamás podría creer en lo que él “sabía” era real. Jamás podrás probar a un ciego que la fotografía existe, y de la misma forma nadie será capaz de demostrarte que los poderes psíquicos existen.

Me tomó cerca de 10 segundos encontrar una forma de demostrar que estaba en un error. Esto es lo que dije: Dale al ciego una cámara, un trípode y un disparador a distancia. (idóneamente, la cámara debería ser una polaroid, o una cámara digital con pantalla de previsualización instantánea). Todo el mundo debe salir de la habitación excepto el ciego con la cámara. El se toma una foto a sí mismo, mostrando un número de dedos al azar (del 1 al 5). La persona que abandonó la habitación entra nuevamente, mira la foto y le dice al ciego “estas sosteniendo X numero de dedos”. Si cada vez que se repite el experimento la otra persona acierta al número de dedos, entonces inevitablemente llegará el momento en que el ciego concluirá que la fotografía es real. Técnicamente, el ciego llegará a la conclusión que “una cámara es un aparato que puede grabar una imagen visual” puede ser cierta.

Querrá repetir el experimento en distintas habitaciones, con distintas personas. Querrá establecer controles más estrictos para asegurarse que nadie le espía mientras se toma la foto. Deseará que otras personas ciegas repitan a su vez el experimento por su cuenta, con el mismo éxito. Pero esencialmente, quedará convencido de este método.

El creyente guardó silencio (debe ser molesto cuando tu analogía es usada en contra tuya). Pero decidí insistir y fui aun más lejos. Quise hacerle un par de preguntas.

Mi primera pregunta fue: Si el ciego hace eso mil veces, y la persona no ciega acierta al número de dedos, digamos, 250 veces de los mil intentos, (cuando estadísticamente se puede acertar por medio del azar solo unas 200 veces), ¿creerá el ciego que esta “anomalía” era una prueba convincente de que existe la fotografía? O ¿acaso no exigiría más bien un número de aciertos mucho más cercano al número final de intentos, digamos, casi de mil entre mil? ¿Qué pasa si el control de las variables se hace más estrecho, y el resultado final se reduce a cerca de 200 aciertos? (los dictaminados por puro azar) ¿Y qué sucede si la persona no ciega es descubierta haciendo trampa?

¿Y qué sucede si el ciego pudiera hacer un dibujo y sostenerlo frente a la cámara, en lugar de sus dedos? La persona no ciega tendría que escribir lo que piensa que es el dibujo, y después un juez tendría que decidir sobre la descripción basada en la fotografía, digamos que el ciego dibujó un círculo y la persona no ciega pensó que se trataba de un árbol, y el juez daría un grado de acierto de 7 de 10 puntos pues un árbol es ligeramente circular… ¿convencería eso al ciego?
¿Y qué pasaría si el ciego tuviera que elegir un dibujo de cuatro “objetivos” y sostenerlo frente a la cámara en lugar de sus dedos? La persona no ciega tendría después que ver los cuatro objetivos y se le pediría que clasificara el grado en que cada uno iguala el que está en la fotografía. Si la otra persona tiene un acierto de, digamos 35% de todas las veces (cuando estadísticamente debería de acertar solo un 25% por puro azar) ¿convencerá eso al ciego?

¿Y qué sucedería si la persona que conduce el experimento junto al ciego estaba en la habitación cuando la fotografía fue tomada y “guió” posteriormente al otro sujeto durante el proceso de calificación, quedará convencido el ciego ante esas circunstancias? ¿Y qué sucede si muchos otros errores durante el experimento son descubiertos?

¿Qué sucede si un grupo de científicos dedica 25 años estudiando si los no ciegos pueden, a partir de una fotografía, adivinar cuantos dedos sostienen los ciegos frente a una cámara, y concluye al final que hay pocas evidencias, si es que las hay, de que los no ciegos realmente tienen el talento para adivinar correctamente el número de dedos?

¿Y, qué pasaría si un prestidigitador ofreciera un millón de dólares a cualquier no ciego que pudiera realizar la prueba de los cinco dedos en una fotografía con éxito, pero nadie fuera capaz de hacerla y ganar el premio?

¿No preguntaría el ciego: Por qué no pueden tan solo decirme cuantos dedos estoy sosteniendo en esta fotografía?

A estas alturas, mi interlocutor no quería contestar. Al final concedió que su analogía era solo sobre mi falta de experiencias psíquicas. Pero aparentemente la analogía perdía validez si la aplicaba en relación a sus experiencias.

Y ¡dicen que los escépticos tenemos la mente cerrada!

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